El duelo ilegítimo: amasiatos o segundas casas
El llamado duelo ilegítimo es aquel que ocurre cuando hay una relación no reconocida, ya sea por amasiato o por homosexualidad de closet, y en donde la familia y amigos directos no estaban enterados de la situación. Es un duelo que no goza de acompañamiento ni de la empatía del entorno, porque la relación está prohibida por la sociedad en la que vivimos.
En el caso donde existe una infidelidad de por medio, está más que justificado el rechazo según las reglas morales, religiosas y hasta legales, que supuestamente protegen los derechos de la esposa(o) e hijos reconocidos.
Es por mucho una situación no sólo incómoda para quien se ve forzado a vivir su dolor desde la distancia y en silencio, además de tener que lidiar con el señalamiento social por haber contribuido al dolor de ruptura de una familia, aunque la ruptura física no haya ocurrido.
A esta persona se le culpará de haber sido la tercera en discordia, privándola de cualquier derecho de acompañamiento a su amante durante el espacio de la enfermedad y, por supuesto, no podrá ser parte de los ritos funerarios, quedando en un absoluto abandono, incluso económico, si es que dependiera directamente, o si hubiera hijos de por medio que no son reconocidos por la primera familia.
Homosexualidad u homoamor
Si bien es cierto que los duelos frente a la perdida de la persona amada gozan de la empatía social, incluso hoy por hoy, el tema de la homosexualidad no está resuelto y menos aún aceptado por la sociedad. Así, obliga a vivir el duelo desde la oscuridad y el silencio, en respuesta a una hipocresía rancia que acude a respaldarse con éticas religiosas, despojando así del derecho inalienable de todo ser humano a la libertad y sus consecuencias.
El duelo de parejas homosexuales no reconocidas, ya sea porque vivieron la relación a escondidas debido a que no reconocieron frente a la sociedad sus preferencias amorosas o porque la familia no valida la relación, deja a un miembro fuera de cualquier decisión que deba tomarse en caso de que el otro enferme o, peor aún, fallezca.
El miembro de la pareja que permanece vivo, no sólo no podrá tomar decisiones, sino que es probable que no pueda acompañar en los últimos momentos a su persona amada ni acuda a los ritos mortuorios. ¡Menos aún tener beneficios materiales! quedando, por default, fuera de cuestiones testamentarias.
Aquí el dolor de pérdida estará acompañado de un sentimiento de vergüenza e injusticia por el contexto inaceptado de la relación homoamorosa, privando al deudo de la posibilidad de dignificar la relación y crear una atmósfera de comprensión y acompañamiento desde la aceptación.
La separación forzada y el sentimiento de pérdida es un espacio difícil de superar, por la importancia que tiene para los seres humanos que los demás les acompañen a honrar no sólo su dolor, sino a legitimar de esta manera la relación amorosa que hubo entre el que ha partido y el que se queda.
Crear el espacio adecuado para resolver estos duelos dependerá de las condiciones mentales y emocionales de los deudos desestimados para encontrar las formas, primero de dignificar la relación asumiendo las consecuencias de los hechos elegidos y después buscar las vías adecuadas para elaborar el duelo desde el amor, una vez transitadas las diferentes etapas que lo constituyen.
El dolor de pérdida puede bien tener el regocijo de lo vivido y la dignificación del amor.
Norma Lorenza García Medina

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