La Inventada
Y de pronto me doy cuenta de que soy nada más que una cuestión de sobrevivencia y que en mis más locos "trips" me inventé un personaje hecho a la medida de mis carencias. Y no paré de decir "Yo soy tal y cual", todo aquello con lo que adjunté mis creencias de lo que era SER. Me dijeron que si no era tal o cual, no existía y lo creí con esa fe ciega que sólo debería tener en Dios.
Repetí una, otra y mil veces la misma narrativa que me vendieron y que yo compré de lo que tenía que ser, y pretendí que todos vieran lo mismo. Si no era así, entonces me enojaba que vieran algo diferente a mi cuento, que es un disfraz hecho a la medida de mi entendimiento que, por cierto, ni yo entiendo, paradójicamente. ¡Qué rabia que lo que yo intento ocultar, esté tan a la vista de los demás!
Hasta que un día me inundó el síndrome de "La Inventada", y aunque ya antes lo había padecido, esta vez se instaló como uno de esos males destructores. Y ahí empieza la dismorfia que me lleva a percibirme insuficiente, fea, tonta, nada y, si hay etcétera, pues etcétera, etcétera, etcétera.
La locura de verme y calificarme a través de los ojos y las palabras de otros al ceder mi poder, al no tener el valor de decirme a mí misma que el yo personaje que había creado era una cadena que me limitaba y me hacía profundamente infeliz.
En el marco de lo políticamente correcto o rayando en la cobardía, lo puse en manos frágiles de quienes tal vez eran tan personaje como yo, para así validar este síndrome de La Inventada que ya me atacaba.
Pronto me di cuenta de que se había desatado una voracidad que se presentaba como ansiedad extrema. Verdaderamente, ya estaba inmersa en una vorágine autodestructiva que terminó por anular el autoestima. Pensé que aquello era muy superficial, sin embargo, tarde me di cuenta de que era lo más profundo que podía ser, porque tenía que enfrentar el hecho en el que había recargado mi yo personaje, que estaba construido sobre identificaciones abstractas y un montón de conceptos que eran una trampa de muerte.
Pretender que soy a partir de ser bonita es la invitación para entrar en un maremagnum de comparaciones interminables, porque seguramente estaré constantemente siendo sometida a esa sórdida competencia que me dejará anulada más temprano que tarde.
Recargar mi yo personaje en títulos académicos, riquezas, cultura o inteligencia, seguramente me llevará a darme cuenta de que ni soy tanto como creo, a partir y obligadamente de compararme con otros que seguramente son muchísimo más que yo. Entonces esto no me dará, como pensé, el resultado de una vida plena y ahí será el momento más oscuro de mi ego, que responderá justo con lo más temido: el síndrome que da el ser Inventada, que se hace presente al romperse el delgado hilo que me ¨mantenía unida¨ y enfrentarme a una realidad que rebasa mi capacidad de aceptación. Porque además creo que ya había pagado el costo, que por cierto fue muy alto, como para finalmente terminar rompiéndome al no llenar las expectativas de una mente dismórfica, separándome de mí misma en una falta de empatía y compromiso personal, ya sin mencionar el amor propio.
¡¿Cómo no sentirme una Inventada si mi validez está recargada en haceres y teneres que nada tienen que ver con el ser?! La fragilidad de mi yo personaje es proporcional a todo lo que yo digo que soy, pero que me obliga a inventar más y más disfraces que terminan por desaparecerme. Si bien me va, pararé en el consultorio de un terapeuta llena de miedos y fobias que para este momento me tienen prisionera, tras los barrotes de conceptos que además dependen de lo que esté de moda para así no parecer obsoleta. O saliéndome por la tangente con una situación de esas que son extremas, pero que me sirvan para esconder ahí mi tan devaluada identidad, que ya no encuentra mucho que inventar ni en sus más alucinadas fantasías.
Aquí es donde ya me pasé de la raya al no haber detenido la inercia que me ha llevado a espacios aislados donde el sentirme sola y sin valor es el pan nuestro de cada día, sin percatarme de que SÍ es posible cambiarme de yo personaje cuantas veces me plazca, pero que esto sólo podría ocurrir reconociendo que YO NO SOY ESO que me empeñé en alimentar. Y que puedo seguir siendo La Inventada si comprendo que todo es un rol en la obra que estoy actuando y que siempre puedo cambiarlo cuando ya no me guste.
Esto mismo es lo que me dará el equilibrio tan necesario pero que no tendrá ningún costo. La vida sí es gratis y hay que vivir con una premisa: LA NUEVA INTELIGENCIA ES LA CONCIENCIA. Vamos a utilizar este recurso como CONCIENCIA MEDICINA para sanar todo aquello que esté disarmónico.
Norma Lorenza García Medina

Comentarios
Publicar un comentario