¿Prometes falsamente o procrastinas?
Tenemos un dicho que versa: “Prometer no empobrece” y otro que dice: “Más vale tardeque nunca”. Muchos de nosotros somos fieles a estos dichos, y los vivimos como hábitos heredados, por lo cual han sido normalizadas estas formas de hacer o no hacer. No nos damos cuenta de que estos comportamientos son una cadena de obstáculos que más temprano que tarde se voltean como bumerang hacia nosotros mismos, golpeándonos y causando incluso daños irreparables.
No es tan inocuo hacer promesas falsas o decidir procrastinar porque seguramente no hemos revisado las consecuencias personales y para quien se esté involucrando en esta oleada de expectativas que se está creando para terceras personas. Es muy probablemente que estás personas resulten afectadas en sus intereses y necesidades por haber creído en el ofrecimiento de otros.
Esto no solo repercute a nivel personal, en varias ocasiones causando daños graves; ocurre mucho en los espacios laborales, entendiendo que existen personas a quienes no les gusta el trabajo que hacen, pero que reflejan esa falta de interés involucrando a otros en su ineficiencia y falta de criterio, al ir procrastinando lo que debería tener respuesta inmediata.
Todos en algún momento de la vida han tenido que vivir las consecuencias y el dolor de haber sido víctimas de las falsas promesas de alguien a quien le depositaron su confianza y con quien hasta fundamentaron proyectos de vida muy importantes. Al final la realidad rebasa de manera brutal, dejando en un estado precario y confuso a la persona que confió.
Prometer y procrastinar son síntomas de un no compromiso, además de la incapacidad de decir NO, amén de no conocer el valor que tiene el elegir conscientemente lo que se quiere y concientizar lo que se requiere para llevar a cabo lo que se está prometiendo. Prometer y procrastinar van de la mano, pues ninguno de los dos aspectos realmente tienen que ver con compromiso.
Esta reflexión tiene una posible síntesis, y es que mientras el ser humano no se haga espacio para adquirir autoconocimiento, no podrá verdaderamente evaluar sus condiciones reales y no tendrá la posibilidad de abrir nuevas formas de vida que incluyan la elección consciente. Por ende seguirá viviendo bajo la tutela de “lo que caiga esta bien” y eso justamente es lo que compartirá con los demás, creando situaciones de desconfianza e inseguridad en su entorno.
Construir espacios seguros es posible mientras no se continúe con propuestas o respuestas para salir del paso, porque lejos de hacernos personas más inteligentes, se evidencia la falta de carácter y de certeza personal.
Abramos la oportunidad de crear sinergias que nos permitan evolucionar generando interrelaciones sanas y proactivas, que siempre darán mejores frutos que vivir en la inconsciencia.
¡Si no te daño a ti, no me daño a mí!
Norma Lorenza Garcia Medina

Comentarios
Publicar un comentario