A la sombra de un amor

Cada noche regresas a mi cama después de tus andanzas. Silenciosamente te acuestas a mi lado buscando el consuelo y la paz en tu cansada vida.

Cada noche, una tras otra, llegas y pides sólo mis brazos para dormir y así silenciar tu mente.

Tú y yo somos cómplices silenciosos de un amor obsesivo que se resiste a morir y que nos obliga a refugiarnos en la oscuridad de la noche.

Cada día el mismo camino, el mismo ritual, la misma necesidad de guardarnos en el mismo espacio donde casi imperceptible todo ocurre y no pasa nada.

Estamos destinados a traicionarnos para disimular un poco que no hemos podido alejarnos lo suficiente como para olvidar. Olvidar no sé qué, pero es tan fuerte que la locura se ha apiadado de nosotros para no sentir lo que nos mata.

Cada noche la respiración entrecortada rompe un poco el silencio de un secreto que nos consume lentamente, pero que necesitamos como oxígeno para seguir.

Mentes febriles llenas de sensaciones y tu olor mezclado con el mío, y susurros inaudibles para nadie pero plagados de devoción y deseo. 

En mi cama no ocultas nada, en mi regazo suplicas y amas hasta que llega el sueño y nos exige descanso, pero siempre unidos en un abrazo eterno.

Y luego llega la luz del día, y pretendemos que nos hemos olvidado y sonreímos y besamos otros labios, y hacemos promesas que no cumpliremos porque sabemos que al caer la noche volveremos a donde pertenecemos. 

Norma Lorenza García Medina







Comentarios

Entradas populares de este blog

"Te amo" porque me eres útil

Agradecer lo que fue

Impulsos desde la ingenuidad o la irresponsabilidad disfrazada de ¿inocencia?