Duelo ante muerte por suicidio

 Nuestro duelo es tan personal como lo es nuestra propia vida. Las cinco etapas del duelo son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.


Se le llama SUPERVIVIENTE a una persona que perdió a un ser querido por suicidio, teniendo en cuenta que este duelo tiene características diferentes. Los supervivientes tendrán, de forma adicional a las etapas de duelo normales, una culpa irracional por no haberse dado cuenta de lo que estaba gestándose e incluso de que no pudieron detener el acto. El estigma social que pesa enormemente como si se fuera cómplice de ese evento, además cargará con vergüenza y hasta el mandato de mantener en secreto la verdadera causa de muerte del familiar.


El suicidio es una muerte autoinfringida que es inexplicable para sus deudos; deja una estela de dudas y culpas difíciles de resolver y, en muchas ocasiones, también un mar de confusión y de acusaciones sumamente dolorosas entre los allegados.


Las emociones van a depender mucho de cómo se enteraron de los hechos. Si fuiste tú el primero que encontró el cuerpo, el estado en que se encontraba y la forma de su muerte; del grado de relación que tenías con la persona que se ha quitado la vida, de si hay una carta, audio o video de despedida y dice los motivos de su decisión, además de todo lo que quedó pendiente entre ustedes.


Los supervivientes entran en shock presentando un bloqueo emocional en un cúmulo de autorreproches, desolación y vergüenza, buscando constantemente una explicación. Es muy difícil saber que nunca en realidad se sabrán los verdaderos motivos. Los niños también son supervivientes y es importante hablar con ellos de lo ocurrido y acompañarlos en su proceso de duelo.


La elaboración del duelo en estos casos deberá ser consistente y profunda para diluir esas imágenes que se quedaran grabadas en los supervivientes hasta desgastar el ambiente nocivo de sufrimiento y culpa. Será necesario aprender que cada persona tiene sus propios límites y secretos y que actuamos en consecuencia a la hora de tomar decisiones, incluso el suicidio como forma desafortunada de solución ante los eventos que cada uno vive.


El suicidio se puede prevenir, pero es necesario que la persona implicada pida ayuda; los allegados podemos apoyar solo si nos es requerido. Si el duelo ha sido gestionado adecuadamente, todo ese caudal de emociones dolorosas disminuye y los recuerdos positivos empiezan a ser recuperados, dando paso a una serena confianza de que todo está bien.


Es necesario llegar a la aceptación de los hechos que cambiaron nuestras vidas continuando con nuestra vida de la forma más sana posible. Nos damos permiso de volver a reír, a disfrutar y amar porque entendemos que esta es la vida y que una forma maravillosa de honrar a nuestros muertos es siendo plenos y felices.


Norma Lorenza García Medina





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