Tus primeras veces



¿Recuerdas esa primera vez en que tu mundo cambió de lugar por X eventos que ocurrieron en tu vida? Esa primera vez en que se te rompió el corazón siendo tan pequeña(o) porque interpretaste que no eras amada o aceptada, porque pensaste que algo que pasaba en tu entorno era tu culpa o que eras fea o no muy inteligente, o que no eras suficiente en algún aspecto. Esa primera vez que descubriste que tú no eras el centro del universo y que dolió tanto.


Esa primera vez que no tuviste lo que se pensaba que se requería para ser totalmente aceptada en tu escuela o con tus vecinos. Esa primera vez en que te sentiste inadecuada porque eras diferente a los demás y no tenías los atributos físicos o de inteligencia para ser vista. Esa primera vez en que estabas en la etapa de despertar tus sensaciones corporales y que alguien te sorprendió y te castigó con palabras que se quedaron grabadas en una especie de mandato, haciéndote sentir sucia o perversa. Esa primera vez en que te ilusionaste pensando en el amor romántico cuando te sentiste atraída por otra persona, para luego descubrir que no eras correspondida y te sentiste rechazada.


Esa primera vez en que te comparaste con alguien más, dándote cuenta de que no eras ni bonita ni poseías el cuerpo que supuestamente debías tener y que te hizo sentir muy insegura. Esa primera vez en que el color de tu piel o la forma de tu cabello o tu estatura o sobrepeso o falta de peso o diferente situación económica terminó por hacer que te sintieras poco o nada valiosa.


Esa primera vez en que te permitiste enamorarte del que pensabas era el amor de tu vida y que tú también serías lo mismo para esa persona y que dejaste crecer todas tus ilusiones y la expectativa de que por fin ibas a ser feliz por siempre como lo viste en los cuentos y en las películas donde todo terminaba en "... y se casaron y fueron felices", pero que muy pronto sentiste en carne propia el peso de la obligación y el maltrato acompañados por escasez en todos sentidos, coronando con infidelidades y hasta abandono.


Esa primera vez que con mucha resistencia empezaste a darte cuenta de que tu vida en pareja no era miel sobre hojuelas y que tu príncipe azul no era ni por poco lo que tu querías.


Recuerda esa primera vez en que el dolor y la rabia se hizo presente y se convirtió en impotencia por no saber qué hacer en una confusión, muy común pero poco aceptada. ¿Recuerdas cómo echando mano de fuerzas que no tenías continuaste intentando que apareciera todo aquello con lo que habías soñado y que la vida te prometió ahora en la esperanza de que los hijos o tal vez los nietos te recompensarían por todos los sacrificios hechos? Aunque en su momento descubres con tristeza que tampoco se recibe lo que se necesita y la amarga herida se va haciendo más profunda.


¡Cuántas primeras veces! ¿verdad? Cuántas perdidas, cuántas desilusiones que se van traduciendo en sufrimiento y desencanto. Aunque también hay las otras primeras veces, esas que fueron lindas y satisfactorias, esas que dieron alegrías y bellos momentos, esos momentos donde se consiguieron algunas conquistas. Esas otras primeras veces de donde siempre brotó la esperanza de un mejor mañana, tomando fuerza para sobrevivir todas las otras primeras veces que dolieron tanto y que en realidad fueron estas experiencias negativas las que determinan tu vida, dejando un rastro de frustración y hasta desolación.


Excepto que después de hacer este recorrido doloroso ya se tiene claro cuál ha sido el sendero por el cual se ha pasado y deja claro que la fórmula que se estaba usando ya no es la mejor. De tal manera que ha llegado el momento de hacer cambios radicales dejando a un lado o en el pasado todo lo que ya no es bueno para así dar paso a un proyecto de vida sano y con vistas a construir una vida plena y gozosa donde la felicidad tan anhelada es posible con elementos diferentes a lo que antes pensaste.


Tu bienestar depende absolutamente de ti y de hacerte cargo de satisfacer tus propias necesidades con todo el gusto que pueda otorgar saber que tú mereces y tienes derecho tan solo por ser tú.






Paz y bien.

Norma Lorenza García Medina


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