Mi vida ocurre en mi imaginación
Se dice que todo lo que puedes imaginar lo puedes hacer y es una premisa maravillosa cuando se trata de las grandes posibilidades que posee una persona de crear y lograr cualquier cosa que acuda a su imaginación. Esto es no solo esperanzador sino además una gran oportunidad de diseñar la vida que se desea.
Suena razonable que si lo puedo ver en mi mente lo puedo crear y justo aquí es donde en muchas ocasiones comienza el tropiezo o el desencanto porque solemos detenernos en el borde de la imaginación y no le damos el seguimiento necesario para bajarlo de la mente y llevarlo a cabo.
Crear es una acción que por mucho requiere de enfocar y revisar el sueño para llevarlo a la realidad dándole forma, tomar los pasos necesarios para crear, es decir, hacer; esto es lo que llevará a buen puerto la creación de alguna situación o proyecto. Sin embargo la más de las veces el sueño se queda almacenado en la imaginación sin haber alcanzado la gracia de creer que es posible, dejando una estela de frustración y hostilidad que alcanza la creencia de que no era posible en realidad. Auí es donde se pierde la autoconfianza y hasta la estima propia, pensando que no se es merecedor de tener una vida plena donde ocurran los grandes logros que vemos en los otros.
Esta experiencia nos llevará a la victimización o a crear un yo personaje que disimule la discapacidad de hacer. Este yo personaje juega con la idea de que sí somos capaces haciendo uso de promesas que sabemos que no se cumplirán pero que en el momento suenan como que estamos haciendo. Esta es una forma de vivir en la mente en una especie de positivismo proactivo, pero que en realidad no va a ningún lado, solo a disimular la ansiedad que provoca el saberse incapaz.
Una promesa es un acto voluntario de llevar a cabo una acción que se ha ofrecido, aunque en realidad esas promesas solo provienen de llenar el momento con palabras o grandes posibilidades que nos permitan pertenecer a algún grupo y no descubrir que en realidad no hay siquiera la intención de intentar que ocurra.
La experiencia de vivir desde la mente y no en la realidad puede ser bastante traumática y extenuante con una especie de embotamiento y vacío, además de un sentimiento de angustia y ansiedad por estar llenos de tanto aire que ocupa la mente, creando una fatiga crónica que desemboca en depresión o cualquier otra enfermedad mental.
Recordemos que la mente no tiene entendimiento propio y que somos nosotros los que debemos dar las órdenes adecuadas para que funcione de la mejor manera, de tal forma que atraparla con tantas ideas, pensamientos o sueños es una carga excesiva que vivirá como si fuera real.
Es importante tomar un respiro y reparar en que los sueños que nacen en la imaginación son solo el preámbulo para comenzar la creación de algo que nos sorprenderá si tenemos a bien llevarlos al hacer, es ahí donde se ganará el nombre de Una gran Obra.
Norma Lorenza García Medina
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