Si eres fuego...

La primera imagen que apareció en mi mente cuando comencé a pensar en esto fue un fuego tragando arena a puños para apagarse o por lo menos volverse una flama chiquita que no queme ni resplandezca demasiado. 

Ella habló de la falta de entusiasmo de su pareja ante detalles en los que había puesto energía, tiempo, dinero; de la contención de sus brazos y el silencio de su boca que por dentro pedían "¡Abrázame! ¡Bésame! ¡Quiero estar ahí encima de ti, sonriendo!", mientras el otro se mantenía indiferente en su silla; de la duda de "¿Estaré pidiendo demasiado?". 

Por supuesto que hay cierto dolor en la no reciprocidad en los vínculos de cualquier tipo, pero yo le compartí que, para mí, lo que más daño hace no es la ausencia de señales de interés, gratitud ni entusiasmo del otro lado, sino que una deja de ser quien realmente es en este tipo de "relaciones". ¿Cómo?, preguntó. Yo le dije "Cuando sabes el otro no va a corresponder a tu abrazo, dejas de dar abrazos, aunque a ti te encanten. Cuando sabes que el otro no va a valorar tus regalos, te arrepientes de haberlos adquirido y dejas de hacerlo, aunque sea tu lenguaje de amor. Cuando no hay un espacio abierto para tus palabras, te callas, aunque necesites comunicarte. 

Es como tener los brazos llenos de todo eso que tú eres: belleza, flores, magia, etcétera y no encontrar dónde ponerlo, entonces simplemente se te pudre en las manos porque se queda ahí, guardado. Te privas de ser tú con tu intensidad, generosidad, magia, espontaneidad y eso, para mí, es lo más triste y peligroso, no la falta de respuesta del otro".  

Esta es una gran autotraición, casi loca. ¿Para qué d
ejar de ser yo misma(o) por mantener un vínculo que ni me satisface, ni me nutre, ni me expande, ni me hace feliz? En la respuesta más honesta se halla la clave para empezar a salir de este cuento.

Guarda tus tesoros celosamente para ti. Sé llama ardiente para ti y solo para aquellas personas con ojos para valorar tu calor y fulgor; con ganas, compromiso y decisión de multiplicar de regreso y en todas direcciones aquello que das en el simple hecho de ser quien eres. Te digo esto y me lo digo, una y otra vez.

En pocas palabras: Si eres fuego, no comas arena. Sabes el resultado. 

Luz Guerrero

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